jueves, 2 de julio de 2009

“-¿A quien votaste?” “ -Es secreto…”


Refuto terminantemente esta frase hecha, a la cual le encuentro responsabilidad primaria en la despolitización de nuestro país. Y si opino así, es porque desarrollé un análisis previo que derivó en tal conclusión.
Cuando en nuestro país se impuso correctamente el voto secreto, universal y obligatorio (mal llamado universal porque las mujeres no tenían la capacidad del voto aún), el carácter de secreto tenía que ver con las fuertes presiones de los peones u obreros que eran obligados a votar el candidato que quería su jefe. Poco tenía que ver con un secreto absoluto.
Desde 1912 a nuestros días, la sociedad se ha modificado de tal forma que si pudiéramos comparar aquel país de este que tenemos, nos parecería extraña su evolución, o su retroceso.
No prefiero un voto cantado, sino que propongo que todos empecemos a contar a quien votamos, a gritarlo por el aire, a discutirlo, a repensarlo. Sólo así encuentro una luz de esperanza para retornar al debate político cotidiano.
Y en ese sentido, yo voté por el Partido Socialista Autentico, en Proyecto Sur. Un poco por descarte, y un poco por convicción. Por descarte porque era la única boleta que no me daba vergüenza meter dentro del sobre. Y por convicción porque Del Frade es un militante de toda la vida, que en líneas generales fue coherente con sus ideas y hasta el día de hoy sigue luchando por y para los que menos tienen. Para mí la elección de un candidato no debe ser nicho o tierra, no debe ser Reutemann o Binner (Giustiniani es un títere), sino que podemos inclinarnos por otros políticos, que por más que no compartamos sus ideologías, sabemos que van a defender los derechos del pueblo. Es difícil de todos modos resumir en unos pocos párrafos el por qué de mi voto, pero al menos es un paso para elevar el tono de discusión política.

Y vos, ¿a quién votaste?.


Andrés.-


"Meter toda mi sangre en mis ideas" Friedrich Nietzsche.

martes, 16 de junio de 2009

Sociedad Anónima

La intolerancia tiene multiples orígenes. Pero si debiéramos buscar un denominador común, sin dudas encontraríamos en el mercado el origen de la misma. En una sociedad en la cual hasta la cultura pasó a ser mercancía, donde el status social se delimita por la cantidad de patrimonio del sujeto y en donde las relaciones sociales son condicionadas por la moda y el consumo, la intolerancia es moneda corriente.
Encontramos en nuestras construcciones culturales un negocio redituable. La cultura se vende, y el que no puede adquirirla, queda totalmente fuera del sistema. El mismo sistema expulsa ,y a la vez, hostiga y señala al desposeido. Los incluidos denigran a los excluidos, se sienten superiores, ademas de encontrarlos culpables del problema de la sociedad. Este mercado atraviesa y condiciona nuestra cultura, transformándola para beneficio propio.
Las relaciones sociales cotidianas, la mayoría de las veces, están impregnadas de esa cultura-mercado. En general, nos sorprendemos cuando vemos a una persona, considerada por los valores morales y culturales, bella con una persona señalada por esos mismos valores como fea. Es cotidiano escuchar "lo primero entra por los ojos", pero sin darnos cuenta que esa frase está cargada de discriminación e intolerancia.
En el sitema capitalista, el dinero lo es todo. No importan los sentimientos ni el valor de la vida humana, solo importa el dinero. Sistema salvaje, que siempre será tu o yo, pero nunca tu y yo. La competencia y la guerra como premisas. El otro quiere lo que yo tengo y yo quiero lo que el otro tiene. Sociedad de consumo, sociedad intolerante. En definitiva S.A.

Andrés


"El mundo no es, el mundo está siendo" Paulo Freire