martes, 16 de junio de 2009

Sociedad Anónima

La intolerancia tiene multiples orígenes. Pero si debiéramos buscar un denominador común, sin dudas encontraríamos en el mercado el origen de la misma. En una sociedad en la cual hasta la cultura pasó a ser mercancía, donde el status social se delimita por la cantidad de patrimonio del sujeto y en donde las relaciones sociales son condicionadas por la moda y el consumo, la intolerancia es moneda corriente.
Encontramos en nuestras construcciones culturales un negocio redituable. La cultura se vende, y el que no puede adquirirla, queda totalmente fuera del sistema. El mismo sistema expulsa ,y a la vez, hostiga y señala al desposeido. Los incluidos denigran a los excluidos, se sienten superiores, ademas de encontrarlos culpables del problema de la sociedad. Este mercado atraviesa y condiciona nuestra cultura, transformándola para beneficio propio.
Las relaciones sociales cotidianas, la mayoría de las veces, están impregnadas de esa cultura-mercado. En general, nos sorprendemos cuando vemos a una persona, considerada por los valores morales y culturales, bella con una persona señalada por esos mismos valores como fea. Es cotidiano escuchar "lo primero entra por los ojos", pero sin darnos cuenta que esa frase está cargada de discriminación e intolerancia.
En el sitema capitalista, el dinero lo es todo. No importan los sentimientos ni el valor de la vida humana, solo importa el dinero. Sistema salvaje, que siempre será tu o yo, pero nunca tu y yo. La competencia y la guerra como premisas. El otro quiere lo que yo tengo y yo quiero lo que el otro tiene. Sociedad de consumo, sociedad intolerante. En definitiva S.A.

Andrés


"El mundo no es, el mundo está siendo" Paulo Freire